Nos dijeron que éramos los mejores,

mandando rechazar "piadosamente",

para no parecer-le a Dios traidores,

a quien reza en un credo diferente,

por falta de verdad y otros temores.

 

Que solo hay que tratar a otros creyentes,

agnósticos o ateos; nada mas,

para convertirlos debidamente,

o no podrán ser salvados jamás,

y se irán al infierno eternamente.

 

Que solo nuestra fe tiene razón .

Que es perverso el amor entre iguales

y había que oprimir sin compasión,

masacrando a estos pobres mortales,

para ejemplarizar la religión .

 

Y poco a poco, nuestros corazones,

se fueron estrechando un poco más;

con los preceptos frente a excomuniones,

donde el prójimo, que estorba, está de más,

y un dios que abroncaba en los sermones.

 

Hasta que al fin, supimos discernir,

lo auténtico de algunas tradiciones:

viendo Aquel que animaba a compartir,,

que amó a todos en paz, sin condiciones,

y tuvo compasión hasta morir.

 

Cuestionando algún dogma peregrino,

busqué el fondo de todo lo aprendido,

y comparando lo humano y lo divino,

el odio "piadoso" fue abolido,

y así el amor se fue abriendo camino.

 

Y comenzó el corazón a ampliarse,

y otro punto de vista aparecía,

libre y liberador, sin complicarse,

y el sitio para el prójimo crecía,

y vi: que todos iban a salvarse.

 

Fefa Ferrer Espona