Es enfrentar los pontificados y las figuras de dos grandes: Benedicto XVI y el Papa Francisco.

Quede bien claro a todos que hoy el Sucesor de Pedro es el Papa Francisco, y que Benedicto XVI es un obispo ya retirado y jubilado por iniciativa propia.

Es cierto que existen formas y modos, en la forma de llevar a cabo el papado, entre uno y otro. Pero no se debe decir (simplemente porque es mentira) que hay enfrentamiento y oposición entre Francisco y Benedicto.

En varias ocasiones Benedicto XVI ha manifestado su total apoyo, cariño y solidaridad con el Papa Francisco, y si ahora no le vemos tanto en las grandes ceremonias vaticanas es simplemente porque la salud de Benedicto se lo impide. Es un hombre al final de su vida terrena preparándose para el encuentro definitivo con Dios cara a cara. En su retiro se dedica a orar por Francisco y por toda la Iglesia, pueblo de Dios.

Francisco, por su parte, venera a Benedicto y le considera un maestro, un gran hombre, casi un profeta.

Quien tenga oídos para oír, que oiga.

Quien tenga ojos para leer, que lea.

Durante su misión como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y después como Papa tomó medidas muy severas para luchar contra los abusos en el interior de la Iglesia y contra la evasión de capitales.

Nada más y nada menos que 800 clérigos fueron expulsados del ministerio por abusadores gracias a la labor de Benedicto XVI.

Y cuando Francisco fue elegido Obispo de Roma ha continuado luchando tenazmente para que nunca más se den episodios de este tipo en las instituciones de la Iglesia. Ha endurecido las penas, ha obligado a todas las Conferencias Episcopales que tomen cartas en el asunto y que en todas las diócesis exista un servicio de atendión a las víctimas de abusos.

Además, está llevando a cabo la tan deseada reforma de la Curia Romana, cosa nada fácil en una estructura tan antigua y a veces obsoleta...

Con el tiempo caeremos en la cuenta de todo lo que Benedicto XVI y el Papa Francisco hicieron en favor del bien de toda la Iglesia y de todas las personas.

La consigna en este sentido es: Tolerancia Cero con los abusos.

Cabe decir también que, a pesar de que dentro de la estructura vaticana hay gente corrupta, la mayoría de los que trabajan allí son buena gente, personas que miran al bien de las personas y de todo el pueblo de Dios. Francisco les exhorta y nos exhorta a ello: a volver al Evangelio, a volver a la escuela de Jesús, a su Persona y a su mensaje liberador y salvífico para todos sin excepción.

Me gusta personalmente que Francisco suela acabar sus intervenciones con estas palabras: "Les pido, por favor, que no se olviden de rezar por mí"

Los cristianos debemos hacerlo. Es un deber que tenemos como expresión de amor hacia un hombre que está sabiendo dirigir la Iglesia en este tormentoso siglo XXI.

Dios quiera que, cuando acabe el pontificado de Francisco, el Señor nos regale otro Papa con su mismo o parecido estilo, fiel al Evangelio y al Vaticano II, con un oído en el pueblo y otro en el Evangelio, pues en el Evangelio de Jesús encontramos el verdadero sentido de la vida y la esperanza de un mundo renovado por el amor de Dios que tanta falta nos hace.

Recemos por Benedicto y recemos por Francisco.

 

Padre José Vte. Martínez, diócesis de Valencia, España.

Enero de 2020.