La Eucaristía es un tema central en la vida cristiana, pero está muy desenfocado. El paso del tiempo ha desviado su sentido originario. No debería ser un acto de culto, sino la celebración de que ningún acto de culto es necesario. Si la Eucaristía no se traduce en una transformación de las relaciones humanas, no estamos celebrando la cena del Señor.