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LOS CRISTIANOS, EL SOCIALISMO Y EL COCO

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Estamos reproduciendo varios fragmentos tomados de "Teología en serio y en broma", en homenaje a José María Díez Alegría.

Está escrito hace treinta y cinco años, lo que nos permite asombrarnos de la lucidez y el sentido profético de este hombre.

 

Hace muy pocos meses, la iglesia evangélica de Schleswig-Holstein ha suspendido de su oficio de pastor a la señora Edda Groth, quien en una predicación había afirmado que «Mao está más cerca de Dios que todos los papas y los obispos de los últimos mil años puestos juntos».

Me da la impresión de que la señora pastor Groth debe de ser, en el mejor sentido de la palabra, muy castiza. Dice de la manera más paradójica, verdades saludables.

También me parece que los responsables de la iglesia evangélica de Schleswig-Holstein (que es el Land o región federal más septentrional de la República Federal Alemana) deben de ser gente muy «seria», y para los que el socialismo de verdad resultará algo así como el coco.

Lo digo, porque no obstante los innegables y felices progresos del ecumenismo, parece que a los representantes de una iglesia evangélica una puyita contra los papas de los últimos mil años no debía resultarles demasiado inquietante. Lo inquietante debe de ser más bien que se alabe mucho a Mao.

Y, sin embargo, aparte de que la afirmación de Edda Groth quiere ser, probablemente, paradójica, en realidad, si nos atenemos a lo que Jesús dice, tendría visos de no ser demasiado inexacta.

Porque nada menos que el Evangelio de Mateo, que es menos contestatario que el de Marcos y menos «progre» que el de Lucas, nos ha conservado una parábola del juicio final, que podría ser eco muy directo de las palabras mismas de Jesús.

Describe el juicio que hará el Hijo del hombre, Jesús, cuando venga con esplendor a decir su palabra definitiva sobre los hombres de todos los pueblos. Los separará en dos grupos. A los de un grupo, les dirá:

Venid, benditos de mi padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui extranjero y me recogisteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, estuve en la cárcel y fuisteis a verme.

Estos, a los que la parábola llama «los justos», le replicarán:

Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te dimos de comer o con sed y te dimos de beber?, ¿cuándo llegaste como extranjero y te recogimos y desnudo y te vestimos?, ¿cuándo estuviste enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?».

Y Jesús les contestará:

Os lo aseguro: Cada vez que lo hicisteis con un hermano mío de esos más humildes, lo hicisteis conmigo» (Mateo 25. 31-40).

A la luz de estas palabras de Jesús, yo me quedo pensando: en los últimos mil años ¿quién ha dado más comida al hambriento, vestido al desnudo, cuidado médico al enfermo, los papas y los obispos o Mao?

Y estoy seguro de que Jesús no se habría enfadado tanto con Edda Groth como los responsables de la iglesia evangélica de Schleswig-Holstein. Estos le echan en cara a la señora pastor haber traspasado «aquellos límites que un pastor debe respetar para estar al servicio de todos los miembros de la iglesia».

Esto quiere decir que la señora pastor ha traspasado los límites que los miembros burgueses conservadores de la iglesia no quieren que sean traspasados. Unos límites que Jesús traspasó claramente, y por ello fue llevado al patíbulo.

Porque si pensamos en los límites que un pastor (o un cura o un obispo) deben respetar para estar al servicio de los miembros pobres, oprimidos, campesinos, subproletarios o proletarios de la iglesia, esos límites los pastores, curas y obispos los han traspasado amplia y frecuentemente en los últimos mil años. Creo yo.

* * *

¿Cómo es posible que el socialismo haya espantado a los cristianos, incluso a los «ministros» de la iglesia, como el coco? Porque se trata realmente de un miedo cerval, como el de los niños ante el coco y el cuarto oscuro.

Jesús había dicho:

«Nadie puede estar al servicio de dos amos, porque aborrecerá a uno y querrá al otro, o bien se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero». (Mateo, 6, 24 y Lucas, 16, 13).

El capitalismo ha representado como nadie el servicio del dinero, el apego al dinero, la voluntad de dinero. El socialismo ha surgido en la historia como el antagonista del capitalismo, que quiere romper la esclavitud del dinero. ¿Cómo los cristianos se han asustado del socialismo y no han tenido miedo del capitalismo?

Aquí hay algo que ha funcionado muy mal.

Los cristianos antisocialistas han dicho que ellos son antisocialistas porque el socialismo es ateo y materialista.

Hace cien años y cincuenta años, decían que eran antisocialistas, porque el socialismo pretende suprimir la propiedad privada. Eran más sinceros.

En realidad, esos cristianos estaban desde siempre sirviendo a Dios y al dinero.

El Dios de Jesús (que es el mismo Dios de Moisés, al que Jesús conoce mejor), no puede ser servido a la vez que el dinero.

Esos cristianos, tal vez sin darse cuenta de todo, habían sustituido al Dios de Jesús por otro Dios hecho por ellos a su medida. Un Dios que, primero, podía ser servido a la vez que el dinero. Y, luego, acababa por ponerse él mismo al servicio del dinero, porque era un Dios defensor de la propiedad... con todas sus consecuencias.

Los socialistas ateos niegan ese Dios, creado por el hombre servidor del dinero, a su medida. El Dios de Jesús lo desconocen. No creen que pueda existir. Y se comprende. Porque los mismos cristianos les presentan un Dios manipulado, que no es el de Jesús. Porque el de Jesús es el Dios que no puede ser servido a la vez que el dinero. Mientras que el de ellos es el Dios que defiende el dinero de los ricos, y acepta con complacencia o con sumisión las estructuras del servicio del dinero.

Con nuestras prevaricaciones los cristianos nos hemos metido en un lío tremendo.

Estoy convencido de que muchos socialistas ateos están mucho más cerca del Dios de Jesús que muchos cristianos.

Increíble, pero no tanto. Porque el Dios de Jesús es así. Y los primeros cristianos, que habían tenido menos tiempo de manipularlo, fueron acusados de ateísmo.

Un cristiano de Jesús no tiene por qué asustarse, como del coco, ni siquiera del socialismo ateo. En cambio, un cristiano que, contra Jesús, ha inventado el modo de servir a Dios y al dinero, se asusta del socialismo ateo, como del coco. Y también del socialismo no ateo, si es de verdad socialismo y no le hace el juego al capitalismo.

El zapato les aprieta por el socialismo, no por el ateísmo. Aunque digan otra cosa. Y aunque se la crean. Porque si nuestro Dios es el de Jesús, con respecto a ese Dios, más ateo que el capitalismo, no hay nada.

 

José María Díez Alegría

"Teología en serio y en broma"

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