ENCARNA EN MÍ TU MISERICORDIA
Vicky IrigarayPADRE, DANOS OJOS MISERICORDIOSOS
Para reconocer que nadie es todo luz o todo sombra y que compartimos los mismos defectos y limitaciones que condenamos vehementemente en los demás.
Enfoca nuestra mirada para hacernos reaccionar al reconocer nuestra responsabilidad en las tragedias que generan nuestro modo de vida cotidiana; el rastro de los niños esclavos del coltán de nuestro móvil, las costureras de Bangla-Desh en nuestra ropa de temporada y la explotación del productor detrás de las ofertas de las grandes superficies.
Haz permeables nuestras gafas de marca y espejo para secar las lágrimas que buscan de nuestro consuelo y de nuestro tiempo, cuando les llega la estafa, la enfermedad o la muerte.
Desvélanos la distancia que interponemos con los que intuimos que nos van a complicar la vida: cuando nos ofrecen implicarnos para sostener una causa justa; cuando nos piden que nos involucremos en su vida desastrosa o trastocada por la desgracia, la mala suerte o la injusticia…cuando ni nos atrevemos a mirar a los ojos de quien extiende su mano en una esquina.
Ilumina nuestra mirada con la tuya para descubrir los indicios de la esperanza de tu proyecto para este mundo. Levanta nuestros ojos y ayúdanos a tomar conciencia de todo lo que nos sobra ante el vértigo de lo que otros tanto necesitan.
PADRE; DANOS OÍDOS HACIA LA MISERICORDIA
Estalla en nuestro tímpano adormecido las bombas de las guerras que hemos provocado en Afganistán, en Irak, en Palestina y en Siria para controlar sus recursos y asegurar nuestros privilegios a costa de su futuro.
Ante la escala apabullante del drama de los refugiados orienta nuestra percepción hacia lo pequeño que sí podemos hacer y no nos dejes caer en la apatía y la resignación.
Afina nuestro oído para estremecernos con los gritos que preferimos no oír: los que parece que están demasiado lejos, bajo la Amazonía inexorablemente talada, los que ya casi no tienen voz, como las víctimas de la trata de personas asfixiadas en un camión o en un burdel de carreteras; los incómodos que cuestionan nuestros privilegios, como los subsaharianos aplastados contra las concertinas de las vallas en Ceuta y Melilla.
Abre nuestra mente a las frecuencias inaudibles de los gritos del planeta que se estremece entre el deshielo y los cambios drásticos en el clima, a los estertores de las especies que se extinguen y las tierras que invaden el desierto.
PADRE; DANOS TACTO DE MISERICORDIA
Afloja la fuerza de nuestro puño cuando quiera aferrar demasiado fuerte nuestros bienes y nuestras seguridades. Posa tu palma sobre la nuestra para sostener a quienes se hunden bajo un cuerpo, un dolor o una mutilación que los incapacita.
Acrecienta nuestro tacto y nuestra paciencia para acompañar la soledad de nuestros ancianos. Agiganta nuestro regazo para acoger con tu ternura a las víctimas del horror del maltrato y el abuso.
Ablanda la coraza de nuestra piel inflexible para ponernos en la de quien es diferente, antes de juzgarlo y rechazarlo, por su color, su cultura o su religión; por elegir una opción de vida que nosotros no podemos aceptar; por padecer una enfermedad mental o una discapacidad intelectual.
Ante quien tropieza con el fracaso, el paro o la depresión, desata la generosidad de nuestro brazo, para rescatarlo antes de que caiga del todo.
PADRE, DANOS GUSTO POR LA MISERICORDIA
Mantén despierta nuestra sensibilidad para luchar por la dignidad humana y jamás aceptar como inevitable la esclavitud, la explotación y la sumisión de los pueblos.
Afina nuestra lengua para agradecer el don de las comidas de cada día sin olvidar nunca que existe el horror del hambre para que su recuerdo modere nuestros excesos.
En la pequeña escala que nos corresponde, danos aliento para no claudicar frente a la avaricia, la corrupción y el deseo de poder y reconocimiento.
Haz nuestro paladar semejante al tuyo, acentuando nuestro gusto y predilección por los desvalidos, los últimos y los pequeños. Insúflanos con serenidad y acierto cuando nos toca acompañar una situación trágica.
PADRE, DANOS OLFATO PARA LA MISERICORDIA
Agudiza nuestro olfato para rastrear el esquivo camino hacia la justicia que se esconde en las decisiones pequeñas y en las grandes opciones de nuestra vida.
Alienta nuestra intuición para ordenar nuestras capacidades y nuestros recursos desde la generosidad. Mantén fresca y flexible nuestra capacidad de sorpresa y maravilla para con tu Creación.
Por encima de los anhelos invisibles de nuestro corazón, impregna siempre nuestro carácter con tu alegría.
PADRE, DANOS ENTRAÑAS DE MISERICORDIA
Y ante lo que es más fuerte que nuestro propio ser y no podemos perdonar, aceptar o acoger, hazte fuerte en nosotros y danos entrañas de misericordia para caminar siempre contigo y de tu parte.
Vicky Irigaray